jueves, 27 de noviembre de 2008

El gallo despertador


Kikirikí,
estoy aquí,
decía el gallo
Colibrí.

El gallo Colibrí
era pelirrojo,
y era su traje
de hernoso plumaje.

Kikirikí.
levántate campesino,
que ya está el sol
de camino.

-Kikiriki.
levántate labrador,
despierta con alegria,
que viene el dia.

-Kikiriki.
Niños del pueblo
despertad con el ole,
que os esperan en el "cole'.

El pueblo no necesita reloj,
le vale el gallo despertador.

(Gloria Fuertes)
Hola chicos del instituto, estos primeros poemas que podéis leer a continuación son para vosotros. Quiero que cada uno de vosotros se aprenda uno de memoria, los más largos entre dos, y un día los vamos a recitar en clase. ¡Ojo! que voy a poner nota y no vale mirar la hoja. Tenéis que practicarlo en casa en voz alta e interpretarlo como si fuera una canción que os sabéis de memoria. ¿ De acuerdo?
¡Ah! Si queréis hacer un comentario en algún poema del blog, pinchar abajo donde pone comentarios y lo hacéis.
¡Hasta mañana!

Cómo se dibuja un niño

Para dibujar un niño
hay que hacerlo con cariño.
Pintarle mucho flequillo,
- que esté comiendo un barquillo -;
muchas pecas en la cara
que se note que es un pillo;
- pillo rima con flequillo
y quiere decir travieso -.

Continuemos el dibujo:
redonda cara de queso.
Como es un niño de moda,
bebe jarabe con soda.
Lleva pantalón vaquero
con un hermoso agujero;
camiseta americana
y una gorrita de pana.
Las botas de futbolista
- porque chutando es artista -.
Se ríe continuamente,
porque es muy inteligente.
Debajo del brazo un cuento
por eso está tan contento.

Para dibujar un niño
hay que hacerlo con cariño.

(Gloria Fuertes)

Doña Pito Piturra

Doña Pito Piturra
tiene unos guantes;
Doña Pito Piturra,
muy elegantes.

Doña Pito Piturra
tiene un sombrero;
Doña Pito Piturra,
con un plumero.

Doña Pito Piturra
tiene un zapato;
Doña Pito Piturra,
le vino ancho.

Doña Pito Piturra
tiene unos guantes;
Doña Pito Piturra,
le están muy grandes.

Doña Pito Piturra
tiene unos guantes;
Doña Pito Piturra,
Lo he dicho antes.

(Gloria Fuertes)

Poemas a las madres

MI MADRE

¡Qué azul es el cielo!
¡Qué blanca la arena!
¡Qué linda es mi madre
tan dulce y tan buena!
(Verónica, 10 años)

A MI MADRE

Me dio la vida,
Me dio su amor,
Yo se lo pago
Con mi corazón.

Ella es muy linda
Ella es mi madre
Ella es la estrella
Que mi camino abre.

(Lucía, 9 años)

Mi gato


Mi gato es hermoso,
Blanco y cariñoso,
Yo lo quiero mucho
Porque es gracioso.

Él es loco y arañoso
Es un gato lindo
Y maravilloso.

(karina, 10 años)

Con la espalda hecha un ocho

En una foto en blanco y negro
Veo mi extraño esqueleto
Y el médico me dice que por eso
Estoy que no me tengo.

Con la columna hecha un rollo,
Más retorcida que un ocho,
Voy andando del revés,
Tan tieso como Pinocho.

No podré solucionar
La que pequeña empecé,
Y siempre tendré que estar
Cayendo por dar traspiés.

Al revés estar sentada
Torcida como ensaimada,
Sin poder mirar al frente,
No ver la cara a la gente.

El espejo no veré
Ni me miraré los pies,
Por esa mala afición
De sentarme al revés.

(Daniela, Madrid, 13 años)

domingo, 23 de noviembre de 2008

El Buscón de Quevedo



Esta tarde a las 19:00 horas en el Auditorio de La Alberca la compañía Doble K Teatro presenta El Buscón. Os invito a que os acerquéis a pasar la tarde del domingo allí, es completamente gratuito, como todos los eventos de este auditorio.
Por lo que he podido saber, parece que es una visión cómica de la picaresca y los pícaros en el mundo de hoy que tiene muy buena pinta.
¡Yo me apunto!
Ya os contaré cuando vuelva.
Bueno, pues ya he la he visto. Ha sido una obrita muy divertida de una hora en la que tan solo dos actores, interpretando a varios personajes, han mantenido la atención de todo el auditorio. Es una adaptación moderna de El buscón de Quevedo, la esencia y parte de la historia está ahí, pero está tratada de modo diferente.
Si algún día tenéis la oportunidad de verla, os la aconsejo.

domingo, 9 de noviembre de 2008

El curioso incidente del perro a medianoche



Se trata de una novelita entrañable cuyo protagonista es Christopher Boone, un adolescente de 15 años muy especial. Aficionado a los números primos, a no mentir nunca, a estudiar cualquier lista, se sabe todas las capitales del mundo; sin embargo, rechaza por completo el contacto físico y no soporta ni el marrón y ni el amarillo. El chico vive solo con su padre, ya que su madre murió hace unos años.

Un día encuentra muerto el perro de su vecina, la señora Shears, y decide investigar el suceso, lo que le llevará a descubrir algunos secretos de su familia que no conocía.

Este pequeña gran novela para niños, de Mark Haddon, engancha igual a mayores que a pequeños y os dejará fascinados porque es una obrita de arte insólita, cuya lectura es muy agradable y tiene un final inesperado.

Una vez que la empecéis, no se os caerá de las manos hasta el final.
Espero que os guste. Ya me contaréis.

sábado, 8 de noviembre de 2008

A un poeta muerto (F.G.L.)

Así como en la roca nunca vemos
La clara flor abrirse,
Entre un pueblo hosco y duro
No brilla hermosamente
El fresco y alto ornato de la vida.

Por esto te mataron, porque eras
Verdor en nuestra tierra árida
Y azul en nuestro oscuro aire.
Leve es la parte de la vida
Que como dioses rescatan los poetas.

El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano.

Triste sino nacer
Con algún don ilustre
Aquí, donde los hombres
En su miseria sólo saben
El insulto, la mofa, el recelo profundo
Ante aquel que ilumina las palabras opacas
Por el oculto fuego originario.

La sal de nuestro mundo eras,
Vivo estabas como un rayo de sol,
Y ya es tan sólo tu recuerdo
Quien yerra y pasa, acariciando
El muro de los cuerpos
Con el dejo de las adormideras
Que nuestros predecesores ingirieron
A orillas del olvido.

Si tu ángel acude a la memoria,
Sombras son estos hombres
Que aún palpitan tras las malezas de la tierra;
La muerte se diría
Más viva que la vida
Porque tú estás con ella,
Pasado el arco de tu vasto imperio,
Poblándola de pájaros y hojas
Con tu gracia y tu juventud incomparables.

Aquí la primavera luce ahora.
Mira los radiantes mancebos
Que vivo tanto amaste
Efímeros pasar junto al fulgor del mar.
Desnudos cuerpos bellos que se llevan T
Ras de sí los deseos
Con su exquisita forma, y sólo encierran
Amargo zumo, que no alberga su espíritu

Un destello de amor ni de alto pensamiento.
Igual todo prosigue,
Como entonces, tan mágico,
Que parece imposible
La sombra en que has caído.

Mas un inmenso afán oculto advierte
Que su ignoto aguijón tan sólo puede
Aplacarse en nosotros con la muerte,
Como el afán del agua,
A quien no basta esculpirse en las olas,
Sino perderse anónima
En los limbos del mar.

Pero antes no sabías
La realidad más honda de este mundo:
El odio, el triste odio de los hombres,
Que en ti señalar quiso
Por el acero horrible su victoria,
Con tu angustia postrera
Bajo la luz tranquila de Granada,
Distante entre cipreses y laureles,
Y entre tus propias gentes
Y por las mismas manos
Que un día servilmente te halagaran.

Para el poeta la muerte es la victoria;
Un viento demoníaco le impulsa por la vida,
Y si una fuerza ciega
Sin comprensión de amor
Transforma por un crimen
A ti, cantor, en héroe,
Contempla en cambio, hermano,
Cómo entre la tristeza y el desdén
Un poder más magnánimo permite a tus amigos
En un rincón pudrirse libremente.
Tenga tu sombra paz,
Busque otros valles,
Un río donde del viento
Se lleve los sonidos entre juncos
Y lirios y el encanto
Tan viejo de las aguas elocuentes,
En donde el eco como la gloria humana ruede,
Como ella de remoto,
Ajeno como ella y tan estéril.
Halle tu gran afán enajenado
El puro amor de un dios adolescente
Entre el verdor de las rosas eternas;
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,
Tras de tanto dolor y dejamiento,
Con su propia grandeza nos advierte
De alguna mente creadora inmensa,
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria
Y luego le consuela a través de la muerte.


¡Qué sensibilidad!¡Qué bonita elegía a un amigo! y ¡qué pena que las voces de ambos poetas quedaran acalladas por la maldita guerra!; uno, por el exilio y, el otro, por la muerte.
A mí Luis Cernuda me lo dio a conocer, más que como un simple autor de la gran nómina de poetas del 27, mi profesor de la Universidad de Murcia y poeta, Eloy Sánchez Rosillo. Nunca se lo agradeceré lo suficiente.
Sus libros de posguerra Las Nubes y Como quien espera el alba, incluidos en La Realidad y el Deseo, me parecen de lo más bello que se ha escrito en España sobre la temática de la Guerra Civil y sus consecuencias, sin ser poesía de circunstancias. Es una poesía fresca, directa y que llega muy bien al lector.
Por eso no podía dejar de incluir entre los poemas elegíacos que he seleccionado, éste que le escribió Luis Cernuda a su querido amigo Federico García Lorca, ese poeta granadino que como dice el propio Cernuda "era la sal de nuestro mundo", que tan cruelmente nos arrebataron.
Si os apetece leer poesía o regalar algún libro a alguien especial, os aconsejo: La Realidad y el Deseo, del gran olvidado poeta del 27 Luis Cernuda.

Poemas elegíacos

Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.

Soñé que tú me llevabas
Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.

Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.

¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas! ...

Vive, esperanza,
¡quién sabelo que se traga la tierra!

A José Mª Palacio

Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...

¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?

Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.

¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!

¿Hay zarzas florecidas
entré las grises peñas
y blancas margaritas
entre la fina hierba?

Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.

Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.

¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?

Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,

¿tienen ya ruiseñores las riberas?

Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra...

A la muerte de Carlos Félix (Fragmentos)

Éste de mis entrañas dulce fruto,
con vuestra bendición, oh Rey eterno,
ofrezco humildemente a vuestras aras;
que si es de todos el mejor tributo
un puro corazón humilde y tierno,
y el más precioso de las prendas caras,
no las aromas raras
entre olores fenicios
y licores sabeos,
os rinden mis deseos,
por menos olorosos sacrificios,
sino mi corazón, que Carlos era,
que en el que me quedó menos os diera.

Diréis, Señor, que en daros lo que es vuestro
ninguna cosa os doy, y que querría
hacer virtud necesidad tan fuerte,
y que no es lo que siento lo que muestro,
pues anima su cuerpo el alma mía,
y se divide entre los dos la muerte.
Confieso que de suerte
vive a la suya asida,
que cuanto a la vil tierra,que el ser mortal encierra,
tuviera más contento de su vida;
mas cuanto al alma, ¿qué mayor consuelo
que lo que pierdo yo me gane el cielo?

[…]

Y vos, dichoso niño, que en siete años
que tuvistes de vida, no tuvistes
con vuestro padre inobediencia alguna,
corred con vuestro ejemplo mis engaños,
serenad mis paternos ojos tristes,
pues ya sois sol donde pisáis la luna;
de la primera cuna
a la postrera cama
no distes sola un hora
de disgusto, y agora
parece que le dais, si así se llama
lo que es pena y dolor de parte nuestra,
pues no es la culpa, aunque es la causa, vuestra.

En la muerte de Laura

Sus ojos que canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,

Su cabellera de oro reluciente,
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!

¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía...

Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.

Francesco Petrarca

Soneto XXIII

En tanto que de rosa y d’azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que’l cabello, que’n la vena
del oro s’escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que’l tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

Garcilaso de la Vega

Miré los muros de la patria mía

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo, vi que el sol bebía,
los arroyos del hielo desatados;
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó la luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo, y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en qué poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

Francisco de Quevedo

Coplas a la muerte de su padre

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Un soneto me manda hacer Violante

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.
Lope de Vega

Yo persigo una forma

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
el abrazo imposible de la Venus de Milo.

Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de la Diosa;
y en mi alma reposa la luz como reposa
el ave de la luna sobre un lago tranquilo.

Y no hallo sino la palabra que huye,
la iniciación melódica que de la flauta fluye
y la barca del sueño que en el espacio boga;

y bajo la ventana de mi Bella-Durmiente,
el sollozo continuo del chorro de la fuente
y el cuello del gran cisne blanco que me interroga.

Rubén Darío

Rimas

I
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de este himno
cadencias que el aire dilata en la sombras.
Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera, al oído, cantártelo a solas.


II
Saeta que voladora
cruza arrojada al azar,
y que no sabe dónde
temblando se clavará;
hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde al polvo volverá;
gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y se ignora
qué playa buscando va;
luz que en cercos temblorosos
brilla próxima a expirar
y que no se sabe de ellos
cuál el último será;
eso soy yo que al acaso
cruzo el mundo sin pensar
de dónde vengo ni adónde
mis pasos me llevarán.

Gustavo Adolfo Bécquer

Acaso

No sé si se me otorga nuevamente
el don de hacer poemas -no se sabe
nunca si es la verdad o si es tan sólo
nuestro deseo de encontrarla lo que
nos despierta la voz y nos remueve
en lo profundo del corazón-, mas dejo
sobre el papel estas palabras que hoy
vienen de no sé dónde y me aproximan
a las cosas del mundo, a los afanes
de mi antigua persona. Tanto tiempo
de sombras en mi vida, y de repente
llega otra vez la luz que me redime,
la misericordiosa claridad
que me salva por dentro y da a mi pecho
libertad y consuelo. Abro los ojos
y miro. ¿Rompe el alba? Se diría
que acaba la tiniebla. Y que amanece.

Eloy Sánchez Rosillo



jueves, 6 de noviembre de 2008

Rimas

XVII
Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado...
¡hoy creo en Dios!

XXIII
Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo;
por un beso..., ¡yo no sé
qué te diera por un beso!

XXX
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mis labios una frase de perdón...
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: "¿Por que callé aquél día?"
y ella dirá. "¿Por qué no lloré yo?"

XXXV
No me admiró tu olvido! Aunque de un día,
me admiró tu cariño mucho más;
porque lo que hay en mí que vale algo
eso... ¡ni lo pudiste sospechar!.

XXXVI
Si de nuestros agravios en un libro
se escribiese la historia,
y se borrase en nuestras almas cuanto
se borrase en sus hojas;

Te quiero tanto aún: dejó en mi pecho
tu amor huellas tan hondas,
que sólo con que tú borrases una,
¡las borraba yo todas!

XXXVIII
Los suspiros son aire y van al aire!
Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida
¿sabes tú adónde va?

XLII
Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma,
¡Y se me revelo por qué se llora,
Y comprendí una vez por qué se mata!

Pasó la nube de dolor..., con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo
¡Me hacia un gran favor!... Le di las gracias.

LII
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día....
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
¡así no te querrán!

Gustavo Adolfo Bécquer

Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda

Te quiero


Te quiero.

Te lo he dicho con el viento,

jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso;

Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.

Luis Cernuda

martes, 4 de noviembre de 2008

84, Charing Cross Road

Hace unos meses llegó a mis manos este libro de la escritora norteamericana, desconocida para mí, Helene Hanff. Me sorprendió mucho que fuera ya por la décima edición, puesto que no tenía noticias de él. Os diré que lo devoré en 2 ó 3 días porque lo quise dilatar, ya que en la primera sentada lo habría terminado.

Se trata de un libro epistolar autobiográfico en el que esta joven escritora, amante de los libros descatalogados y de las reliquias literarias, mantiene desde Nueva York correspondencia con la librería londinense Marks & Co, situada en la calle 84 Charing Cross Road. Su intención es poseer los libros más recónditos que en Nueva York no encuentra. Como las misivas, que se prolongan veinte años, son tan abundantes hace verdaderos amigos en la librería de Londres a los que le gustaría visitar, pero siempre surge algún inconveniente que impide ese viaje. Hasta que al final...

Os animo a leerlo. Es muy cortito. Se lee solo.

Ya me contaréis.

Sugerencias para el Auditorio Víctor Villegas

  • Danza clásica:

- "Selección de ¿pasos a dos?", 19 de noviembre a las 20:30. Sala Narciso Yepes.

- "Picasso y la danza", 16 de diciembre a las 20:30. Sala Narciso Yepes.

Más información: http://www.auditoriomurcia.org/index.php?/content/programsearch/240/7

Programación de noviembre del teatro Villa de Molina

- Bicicleta Leroux: viernes 7 de noviembre a las 21:00. Precio 9€
- En clave de magia: domingo 9 de noviembre a las 12:00. Precio 6€.
- Noviembre: sábado 22 de noviembre a las 21:00. Precio 12€.
- Brokers: viernes 28 de noviembre a las 21:00. Precio 12€.
- Callejón sin salida: 29 de noviembre a las 21:00. Precio 9€.
- Festival de circo: 30 de noviembre a las 12:00. Precio 6€.

Más información en:
www.molinadigital.es/servlet/noxml?id=portalContenido%20M01223394632159~S57569~Nprpg.pdf&mime=application/pdf

Programación de noviembre del teatro Villa de Molina

- Bicicleta Leroux: viernes 7 de noviembre a las 21:00. Precio 9€
- En clave de magia: domingo 9 de noviembre a las 12:00. Precio 6€.
- Noviembre: sábado 22 de noviembre a las 21:00. Precio 12€.
- Brokers: viernes 28 de noviembre a las 21:00. Precio 12€.
- Callejón sin salida: 29 de noviembre a las 21:00. Precio 9€.
- Festival de circo: 30 de noviembre a las 12:00. Precio 6€.


Más información en: www.molinadigital.es/servlet/noxml?id=portalContenido%20M01223394632159~S57569~Nprpg.pdf&mime=application/pdf

lunes, 3 de noviembre de 2008

Retrato

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Antonio Machado

sábado, 1 de noviembre de 2008

Poemas

Os presento unos poemas de Eloy Sánchez Rosillo, poeta y profesor murciano. Eloy fue profesor mío en la universidad durante los cuatro años de carrera, es un amante de la poesía medieval, de Leopardi y de Luis Cernuda. Como profesor, he de decir que no me gustaba mucho, sus clases me parecían bastante aburridas y lineales. Sin embargo, él fue precisamente el que introdujo en mi vida al gran Cernuda, que hasta el momento para mí solo era un nombre más entre grandes poetas de la Generación del 27 como Lorca, Salinas o Aleixandre.
Sabía que era poeta y que había ganado el Premio Adonais en 1977, pero no me molesté en comprar ni leer ninguna obra suya. No obstante, el año pasado tuve la suerte de dar clase a dos segundos de Bachillerato y tenían La Vida de Eloy Sánchez Rosillo como lectura obligatoria para Selectividad. Así fue como conocí al otro Eloy, al Eloy poeta, y me entusiasmó.
Su libro La Vida me pareció estupendo, algo melancólico (como es él) y triste, pero muy profundo. En él podéis encontrar temas universales de la poesía, como el paso del tiempo, la muerte, la infancia, la metapoesía o el amor. Yo me quedo con todos.
He escogido estos dos poemas porque me siento muy identificada con lo que dicen. "Vieja canción" es especial para mí, pues el año pasado cuando lo estaba leyendo en la clase con mis alumnos, me emocioné al evocar muchos recuerdos del pasado. Me pareció fantástico, ya que cualquier persona se puede ver reflejada en él. Yo fui una de esas personas. Y por eso os regalo estas líneas:
VIEJA CANCIÓN

He escuchado en la radio, por azar, hace un rato,
una vieja canción,
una canción romántica que estuvo muy de moda
en la playa, durante los meses de un verano
maravilloso de mi adolescencia.
Muchas veces la oí entonces, junto a alguien
que junio quiso darme y me quitó septiembre.

Mientras la música sonaba,
he sentido en el pecho
la emoción de los días antiguos: tanta luz,
tanta ilusión brotando, tanta vida;
y he cerrado los ojos y he visto a una muchacha
que a través de la niebla del tiempo me sonríe
y con amor me mira.

MELANCOLÍA

Cuando pienso en los años
aquellos, en los días
del amor y el deseo,
siento melancolía.
Ni tú ni yo sabíamos
vivir entonces sin la
urgencia de encontrarnos,
sin respirar la dicha
imprescindible y única
de estar juntos. Ardía
una llama en nosotros
que eterna parecía.
Pero ha pasado el tiempo
por tu vida y la mía.
Y en esto se ha resuelto
al fin la maravilla:
ya no te necesito,
ni tú me necesitas.
Qué terrible es que nada
dure, que en la semilla
de cuanto llega a ser
la muerte esté escondida.
El fuego más hermoso
concluye en la ceniza,
la luz se vuelve sombra,
y la verdad, ¿mentira?

Eloy Sánchez Rosillo